Diversidad Sexual y de Género

Published on enero 14th, 2016 | by EcoPolítica

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EcoloQUEERsmo. Parte III

Por Marc G. Olabarría

Habiendo llegado a la tercera y última parte de lo que he venido a llamar ‘EcoloQUEERsmo’ (tras la Parte I y la Parte II), terminaré este grupo de artículos centrándome en dos factores: la sabiduría ecológica y el llamado ‘Movimiento Slow’. La investigación de la relación de la ideología ecologista con la Teoría y el Activismo Queer ha sido a día de hoy muy poco explotada, cuando su relación puede ser tan interesante de desarrollar, profundizando en lo que hace al ecologismo y al discurso ecologista, ser lo que es. Es por ello, que debemos progresar en esta relación que nos aguarda a que la descubramos.

Mientras que actualmente existen múltiples estructuradas organizaciones de presión e investigación que se reivindican ecologistas, es menos utilizado y/o conocido el concepto ‘sabiduría ecológica’. Es especialmente relevante en este apartado específico, la diferencia entre ecologismo y medioambientalismo. Si recordamos su diferencia en ‘EcoloQUEERsmo – Parte I«, entenderemos que si bien ‘el ecologismo’ trata los DDHH (y entre ellos los LGTB+, siendo que no todos los ‘ecologismos’ están a favor de dichos derechos), el medioambientalismo es más proclive a desatender este tipo de políticas. Dentro de la sabiduría ecológica se recoge el respeto hacia toda la biodiversidad (de forma horizonalista, no jerárquica), que requiere de unos recursos para existir, por lo que es imprescindible una sostenibilidad para el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas con su propia capacidad de recuperación donde se sustenta la propia biodiversidad. Este es, sin miedo a equivocarnos, uno de los puntos fundamentales relacionados con la justicia social y medioambiental.

Wangari Maathai, conocida activista y ecologista procedente de Kenia, no vaciló al expresar abiertamente: “Nos lo debemos a nosotros mismos y a la próxima generación: conservar el medio ambiente para que podamos dejar a nuestros hijos un mundo sostenible que nos beneficie a todos”. Muy conocida también por fundar en 1977 el ‘The Green Belt Movement‘, inició un proyecto de plantación de más de 30 millones de árboles por todo el país, evitando la erosión de su suelo. Su mensaje de amor, protección y regeneración de la naturaleza, fundamentándolo desde una interconexión transversal con su sociedad nunca se contemplaba como algo en segundo plano. Por todo ello, en 2004 recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo una de las pocas mujeres que han recibido premios nobel (caracterizada su organización por ser muy androcéntrica (centrada en la figura del hombre como imagen de progreso y cultura)) y con especial incidencia en su discurso ecofeminista. Esto (también) ES sabiduría ecológica.

Siendo así, dentro de la ideología ecologista, se podría decir que la sabiduría ecológica abarca como puntos fundamentales:

  • La total necesidad de aprender a vivir dentro de los límites ecológicos, fomentando, reproduciendo y asegurando sociedades sostenibles que permitan la regeneración misma del planeta.
  • Es imprescindible la protección activa de toda vida, ya sea humana (+DDHH) como de plantas y animales. La vida en sí misma tiene un valor incalculable a la que no debería ponérsele precio para la vulneración de cualquier tipo de existencia.
  • Permitir la recuperación del planeta sin consumir vorazmente los recursos, justo al contrario que el capitalismo con su lógica productiva y acumulativa sin límites, que resulta evidentemente insostenible.
  • Reivindicar el principio de precaución. Donde nuestros conocimientos sean limitados o donde pueda haber repercusiones incontrolables a largo plazo, deberíamos permanecer muy precavidos para la seguridad y el mantenimiento de las generaciones presentes y futuras con una calidad de vida justa y digna. Dicha calidad de vida nunca debe apoyarse en la explotación de ningún tipo de vida.

Habiendo escrito sobre sabiduría ecológica, resulta interesante reflexionar sobre el llamado ‘Movimiento Slow’. Este movimiento, expresada su filosofía en movimientoslow.com, nos llama al control de nuestro tiempo en vez de existir agobiados por unos tiempos definidos y estresantes. La reflexión sobre diversidad afectivo-sexual y de género en relación con el Movimiento Slow, surge de la segunda sesión del Club de Lectura Petra Kelly, donde se debatió la filosofía de María Novo Villaverde que plasma en su libro «Despacio, despacio«. Surgió la reflexión de que esta filosofía implicaba «no tanto la lentitud del hacer, como la consciencia en las cosas que hacemos» y también «no tanto el deseo del beneficio último, como el beneficio integral de todos los factores involucrados». Ello, se expresa a la perfección en éste vídeo.

Pero, ¿cuál es la relación del Movimiento Slow con la realidad LGTB+Queer? El movimiento slow, por su propia articulación, cobra sentido cuando deben ser respetados los tiempos naturales de la biodiversidad y la regeneración de los ecosistemas, pero ¿cómo nos afecta en el activismo y en las teorías LGTB+Queer? En dicho club de lectura, expuse que cuando la comunidad LGTB+Queer está siendo asediada en países de Centroamérica, no hay tiempo para ir despacio; que cuando las mujeres TRANS* están siendo asesinadas y sus derechos, vulnerados flagrantemente, no hay tiempo para ir despacio; que cuando los homosexuales están siendo arrojados desde lo alto de los edificios en el próximo y en el medio oriente, no hay tiempo para ir despacio. Evidentemente, queda mucho por luchar, queda mucha discriminación y mucho odio al que plantarle cara. Sin embargo, es muy diferente fomentar la lentitud en la reivindicación de Derechos Humanos (cosa que no queremos), que afrontar los problemas con una actitud paciente, sin prisa, calmada, buscando enseñar el mensaje igualitario.

En nuestra sociedad occidental y que impone el occidentalismo, se exige alta velocidad, clara clasificación y la más eficiente gestión de nuestro tiempo y de nuestras vidas para evitar cualquier tipo de pérdida de tiempo, oportunidades…¿Qué implica esto? Supone sentimientos de presión por la etiquetación y/o clasificación y por esa ley tan ambigua de «hacer lo que tienes que hacer». Sin embargo, muchas personas ignoran que quizás y en realidad, no necesitamos etiquetarnos. Que no tengamos esa necesidad no significa que no podamos, no queramos o no necesitemos auto-analizarnos y, despacio despacio, llegar a entendernos a nosotras mismas. ¿Qué etiquetas queremos reivindicar? ¿Qué etiquetas queremos que pertenezcan al pasado? Es bien diferente que se nos llame Trans-Marica-Bollo-Queer y que queramos reivindicar esa específica etiqueta para empoderarnos a ignorar el persistente acoso de la heteronormatividad y el cisexismo de la mano de las demás discriminaciones y jerarquías: machismo, patriarcado, racismo, xenofobia, edaísmo, capacitismo… Bien las conocéis de tanto que las he puesto. El movimiento Slow es una vía ideal para lograr empatizar con las diversidades ajenas, porque, como dije en mi artículo Pink washing: mentiras por poder y poder por mentiras, «todas somos sujetos diversos susceptibles de discriminación». Y no es cuestión de que todas las personas de todas las sociedades del planeta existan infelizmente reprimidas por la norma, sino que juntas, podamos ser quienes realmente somos sin discriminación.

También deberíamos reflexionar que si desatendemos la lentitud en la asimilación de los mensajes igualitarios por parte de la sociedad, no estaremos cambiando sino imponiendo una visión occidentalista y destruyendo los procesos de progreso de culturas diferentes que quizás no llegamos a entender completamente. Evidentemente, todas las vulneraciones, asesinatos, suicidios o ‘asesinatos sociales’, discriminaciones, acosos, bullyings y mobbings… deben ser erradicadas para que las sociedades mundiales respeten y protejan los derechos de toda la ciudadanía sin excepción, pero sabiendo que los cambios en las sociedades siempre se suceden de forma muy lenta. ¿Conocemos a la perfección las culturas y cómo se articulan las relaciones interpersonales que no tienen lugar en el llamado ‘Occidente’? Y del mismo modo, ¿conocemos de forma clara y concisa cómo se articulan nuestras propias relaciones? ¿Sabemos si se originan y reproducen en condiciones de desigualdad? ¿Por qué somos tan críticos con ‘la otredad’, ‘los extraños’, ‘los de fuera’, sin replantearnos lo que está sucediendo aquí mismo en nuestra sociedad y en las sociedades vecinas?

En muchas situaciones de jerarquía, desigualdad, injusticia social y destrucción de la biodiversidad y la cultura, no podemos ir SLOW, pero sí podemos decidir nuestra actitud y cómo enfrentamos dichos problemas, sin ‘quemarnos’, con la ilusión de cambiar el mundo respetando ese avance lento de las sociedades, empujando hacia el progreso pero sin imponer el progreso. ¿Es tan difícil acaso? Seguramente lo sea, pero es nuestro deber si así lo deseamos, descubrir la forma de que nuestro mensaje llegue.

Y todo comienza por tender la mano
al prójimo para poder conocer
cómo podéis ayudaros mutuamente
a ser más felices y a tener
vuestras necesidades cubiertas
en un mundo mucho más igualitario y solidario

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