Published on marzo 25th, 2010 | by EcoPolítica
0El llamamiento del 22 de marzo: cambiar la política para cambiar de política
Por Daniel Cohn-Bendit
Artículo publicado en Libération el 22 de marzo de 2010
Traducido al castellano para EcoPolítica por Francisco Seijo [1]
Es un giro histórico. En las elecciones europeas y regionales la ecología política se ha instaurado como un espacio autónomo en el paisaje político francés. Frente a la amplitud de los desafíos a los que se enfrentan nuestras sociedades esta es una necesidad absoluta. Debemos de perdurar para poder honrar este encuentro con la historia bajo pena de descalificar nuestra critica de la irresponsabilidad de los que no hacen nada, en Copenhagen y otros sitios, porque son incapaces de trascender sus propios intereses mezquinos y particulares. Necesitamos una estructura perenne y flexible a la vez capaz de elaborar propuestas colectivas y de lanzar el proyecto ecologista sin caer en la esterilidad de los juegos de la lucha por el poder y la locura de la competición entre egos.
Seamos claros: no es una opción abandonar a los aparatos de los partidos esta dinámica de renovación política y social. Eso no haría más que instalarnos en el cementerio, por cierto repleto, de esperanzas traicionadas. Reconozco que bajo la presión de los desafíos electorales hemos aplazado la cuestión de la forma que adoptara nuestro movimiento hasta el punto de dejar nuestro sueño congelado. A medio camino entre una simple marca electoral y una red virtual, el proyecto de Europe Ecologie se asemeja a un cuadro abstracto en el cual cada uno puede ver lo que quiere. De hecho los resultados contrastados de nuestras listas en la primera vuelta de las regionales subrayan el éxito de los que han respetado el espíritu del movimiento frente a los que se contentaban con aplicar formalmente la letra, reduciendo el movimiento a una simple táctica de apertura. Sin negar la historia reciente ha llegado el momento de renegar de la historia reciente y de encarnar a la ecología política en un cuerpo nuevo, una forma política inédita, nueva, para llevar a cambio una transformación de la sociedad.
¿Abstención, populismo, clientelismo? Estas elecciones lo han probado una vez más: tras décadas de democracia la fosa que separa a la sociedad de la política no ha dejado de crecer. El divorcio democrático entre las lógicas partidistas desarraigadas que funcionan por encima de una sociedad activa, diversa y creativa pero sin ilusión sobre la naturaleza de las formas de poder que se ejercen sobre ella es profundo. Los partidos políticos de antaño eran auténticos lugares de socialización y aprendizaje sobre el civismo. Hoy la mayor parte de las veces no son más que estructuras aisladas de la sociedad, esterilizadas por la lógica estricta de la conquista del poder, incapaces de pensar y de acompañar al cambio social y aún menos de contribuir a él. Los partidos de masas y las vanguardias revolucionarias, del rojo al verde, pertenecen al mundo de ayer. El mundo de la revolución industrial y de los partidos concebidos como máquinas descarnadas, sin otro objeto que la obtención de poder. Como las escudería de la Formula I, estas bellas mecánicas políticas pueden ser muy sofisticadas y las carreras entre ellas puedes ser un bello espectáculo, pero al final estas compiten dando vueltas siempre al mismo circuito, cada vez con menos espectadores.
El movimiento político que debemos construir no debe parecerse a un partido tradicional. Los retos del siglo XXI están pidiendo una metamorfosis y un cambio de las formas políticas. La democracia exige una organización que respete la pluralidad y la singularidad de sus componentes. Una biodiversidad social y cultural, animada por la vitalidad de sus experiencias y de sus ideas. Necesitamos un modo de organización política que piense y mueva la transformación social en sincronía con la sociedad del conocimiento. Imagino una organización polinizadora, que aglutine las ideas y las transporte y fecunde con ellas otras partes del cuerpo social. En la práctica, la política actual ha expropiado a los ciudadanos de su deber como ciudadanos, en nombre del racionalismo tecnocrático o de emociones populistas. Es necesario “repolitizar” a la sociedad civil al mismo tiempo que debemos civilizar a la sociedad política para pasar de una política privada a una de lógica libre. No olvido la contribución de Los Verdes durante 25 años en defensa e ilustración de nuestras ideas en la vida política francesa. Sin embargo, no es solo que las formas partidistas clásicas no están adaptadas a las nuevas exigencias de nuestras sociedades, sino que también tarde o temprano, estas formas contradigan nuestra cultura anti-autoritaria, principio fundamental del pensamiento ecologista. Ni partido-maquina, ni partido-empresa yo preferiría que inventásemos todos juntos una “cooperativa política”. Es decir una estructura capaz de producir significado y de transmitir sentido político y tomar decisiones estratégicas. Ahí veo el camino para garantizar a cada uno la propiedad común del movimiento y la mutualización de sus beneficios políticos, la manera de volver a dar sentido al activismo y a la reflexión política.
Si bien esta Cooperativa tiene como objetivo dar respuesta colectivamente tanto a temas de índole institucional como a las grandes cuestiones sociales, su forma definitiva no está todavía cerrada. Serán sus miembros los que tendrán que definir su forma, su estructura y su estrategia. Este debate debe de ser abierto. Por eso, apelo a la constitución de “Colectivos Europe-Écologie-22 Marzo”. Estos deberán constituirse sobre una base regional o local para evitar todo tipo de centralismo anti-democrático. Estos colectivos serán verdaderas Ágoras de la ecología política moderados por «www.europeecologie22mars.org» [2].
Su principal misión será la de pensar sobre la estructura del movimiento. Serán una etapa transitoria que deberá ceder su sitio a la Cooperativa que ellos contribuirán a construir. Durante toda su duración respetaran el principio de doble afiliación de sus miembro ya sea con asociaciones, sindicatos o incluso partidos políticos, porque se puede ser verde, socialista, Cap21, comunista, que se yo, y parte también de esta dinámica colectiva. Una vez más lo importante no es de dónde venimos sino a dónde queremos ir juntos. Este es el espíritu que nos ha hecho fuertes, esta voluntad de construir un bien común alternativo. Cuando llegue el momento cada miembro de la Cooperativa votara para consagrar democráticamente su nacimiento. Hasta ahora Europe Écologie se ha contentado con ser un Objeto político inclasificable. El reto de su madurez debe de ser facilitar su metamorfosis en un verdadero Sujeto político ecologista autónomo que transcienda las viejas culturas políticas.
—
Notas
[1] Francisco Seijo es profesor, investigador y consultor en política medioambiental en varias universidades norteamericanas y en el Instituto de Empresa. Es coordinador del Área de Relaciones Internacionales de EcoPolítica.
[2] Esta web no está en funcionamiento en la actualidad (consultado: 27 de noviembre de 2014)