Published on abril 20th, 2012 | by EcoPolítica
0Reciclaje horario. De los cambios de hora y los ciclos circadianos
Por Jorge Luis Bail
¿Qué tal?, ¿más cansancio?, ¿se nota el cambio de hora?. ¿Y si lo de ajustar el reloj no sirve de nada?, es más, ¿y si nos perjudica?.
Puedes encontrar muchas referencias donde te explican por qué se hace este cambio, pero este gráfico en particular es bien claro: Amazings.com | Sobre el cambio de hora de hoy
Tal y como explica, la lógica de sumar y restar horas se basa en acercar la jornada laboral (de mañanas) al amanecer. Algunos fallos de bulto de esto son que el gasto en luz que en teoría se ahorran las oficinas se traslada al hogar (por la tarde), además de estar hablando de un ahorro menor del 0,5% según Red Eléctrica (las actividades de mayor consumo eléctrico no dependen de las horas de luz). Todo ello, consecuencia de estar en activo (y trabajando más de la mitad) un número fijo de horas mientras el número de horas de luz cambia gradualmente durante el año. Aquí topamos con el problema: mientras nuestros bioritmos diarios siguen usando el Sol como referencia -un sistema progresivo, sin desfases ni saltos-, es el dictado del reloj quien rige la jornada laboral, un bloque inamovible al que hay que ajustar el día (ojo, y no al revés). Párate un momento y piensa los conceptos que nos hacen creer cierta esa última frase.
¿Y cuáles son las consecuencias?, pues la fundamental es que según los últimos estudios la reducción de horas aumenta los infartos en un 10% y se reducen en otro 10% cuando aumenta el descanso [1]. Si sólo vemos las cifras la conclusión es del tipo «lo comido por lo servido«, pero si nos damos cuenta de que tras ellas lo que hay son personas y que lo lógico -por ética- sería eliminar las causas evitables de muerte: las patadas planificadas a la hora (y por tanto a los bioritmos) deberían desaparecer.
En la propuesta original, por cierto más motivada por fines lúdicos que laborales, W. Willett proponía ajustes periódicos de 20 minutos, sin embargo el factor que determinó su adopción parece que fue la 1ª crisis del petróleo de 1974, y es fácil intuir que no tanto por el ahorro energético o los ciclos vitales sino por el control de precios.
La respuesta histórica a este conflicto es curiosa y bastante más creativa que los saltos hacia adelante y atrás que usamos hoy: Las culturas antiguas (Egipto, Mesopotamia o Roma) tenían como referencia horas flexibles durante el año: dividían el tiempo de luz diario en horas de igual duración mediante relojes de Sol (en el Pirineo se usaban mucho los relojes de pastor) y de agua, medante escalas dependientes del día del año. Así, existieron las horas itálicas, las horas babilónicas o las horas temporarias entre otras.
¿Qué ventajas tendría una hora flexible sobre el sistema actual (el Daylight Saving Time)?:
- No habría cambios bruscos, sería progresivo durante todo el año.
- La economía, en su conjunto, se ajustaría a los límites humanos, y no al revés.
- En invierno la jornada laboral se reduciría. Tiene lógica si pensamos en sociedades agrícolas tradicionales donde la tierra da menos alimento y hay menos trabajo, pero también en sociedades postindustriales en las que coincidiendo con esto también debería de haber menos consumo [2].
- En verano se trabajaría más tiempo (pero las mismas horas), sin embargo es entonces cuando biológicamente somos capaces de hacerlo. Además, según la misma lógica de adecuar los ciclos naturales a los nuestros, en las comunidades cercanas al ecuador también tendríamos que recuperar prácticas como descansar durante las horas de Sol más intenso.
A escala local la idea parece buena y técnicamente viable. La pregunta en todo caso sería: ¿podría ser un sistema global de horas flexibles?. Hablamos de satélites, de sistemas de comunicación… Una solución fácil sería seguir usando los sistemas atómicos de medición del tiempo de la hora global [3] para esos usos concretos mientras aplicamos horas flexibles para las actividades ‘a escala humana’, e intuitivamente sería más sencillo de entender que por qué una coruñesa y una holmiense (de Estocolmo) tienen la misma hora.
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Notas
[1] Las conclusiones del estudio en la web de la universidad.
[2] Una jornada laboral fija implica también una producción fija, lo que exige un consumo fijo para absorberla. Esta propuesta tiene que ver con la reducción de la jornada laboral del informe 21 horas. Una semana laboral más corta para prosperar en el siglo XXI . 2012, 120p. Ed. Icaria.
[3] El Bureau International d’es Poids et Mesures reúne las definiciones de segundos de los seis relojes atómicos estándar (uno inglés, dos de Francia, uno en Estados Unidos, otro en Alemania y uno en Japón) para «decirle la hora al Planeta«.
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Bibliografía recomendada
Documental de la BBC sobre las zonas horarias.