Opinión

Published on diciembre 4th, 2015 | by EcoPolítica

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Sobre terrorismo, «buenismo» y pragmatismo

Por Sara Pastor [1] 

Artículo en respuesta al artículo de John Carlin «Por qué no podemos llevarnos todos bien?», y al artículo de Rubén Amón «ISIS: No a la guerra?», publicados en EL PAÍS

Lo utópico es pensar que acabaremos con el fenómeno del yihadismo a base de bombas

En los tiempos que corren, las personas que no creemos en el belicismo como solución eficaz a los conflictos tendremos que reforzar nuestro mensaje y ofrecer argumentos para refutar los argumentos de quienes nos tachan de «buenistas», «idealistas» o «utópicos», acusándonos de falta de pragmatismo.

Estas últimas semanas, en un contexto en el que la amenaza terrorista se siente –y se transmite – como latente e inminente, hemos sido testigos de una oleada de «gritos de guerra», abanderados por el pistoletazo de salida del presidente francés, François Hollande, quien se apresuró decir pocas horas después de los atentados del 13N en París que «Francia está en guerra«, y que sin lugar a duda los bombardeos sobre Siria se intensificarían. Es inevitable hacer un paralelismo con aquel 11 de septiembre y el discurso de George Bush transmitiendo a sus ciudadanos que a partir de ese momento, América[2] estaba en guerra. Lo que vino después, ya nos lo conocemos. El tiempo ha dado la razón a aquellos que señalaron que bombardear Irak sería contraproducente y que generaría un mayor resentimiento y un mayor odio hacia Occidente. Caldo de cultivo para el ciclo de la violencia, aliciente para futuras acciones de venganza, germen perfecto del terrorismo.

La oleada de gritos de guerra en la política estas últimas semanas ha tenido su eco en los medios, y varios periodistas no sólo se han sumado a las voces que claman que bombardear es necesario e imprescindible en este caso, sino que además tildan a quienes se oponen a ello de irresponsables, de pacifistas utópicos que se llenan la boca de palabras bonitas pero ineficaces contra los monstruos que nos amenazan. Por ejemplo, John Carlin, nos acusa en su artículo precisamente de eso: «No es hora de seguir bañándose en las aguas tibias del buenismo», entendiendo por «buenismo» la oposición a estrategias bélicas en respuesta a ataques terroristas (la Guerra de Irak en respuesta al 11S, o los bombardeos de esta semana por parte de Francia en respuesta a los atentados en París). Para John Carlin, al igual que para mucha gente, los que constantemente criticamos estas estrategias somos unos idealistas, incapaces de tomar partido, además de incapaces de comprender que «con los terroristas no hay otra manera». Para colmo, según John Carlin, estamos obsesionados con buscar explicaciones a estos terribles actos terroristas, como por ejemplo cuando relacionamos la guerra de Irak con el surgimiento del ISIS. A nivel político se nos ha acusado incluso de «simpatizar con los terroristas», en palabras del primer ministro de Reino Unido, David Cameron, a sólo pocas horas de la votación en el Parlamento de Reino Unido sobre la autorización de los bombardeos en Siria.

Ante estas acusaciones, basadas en la falta de realismo que siempre se achaca a los pacifistas, se necesitan respuestas claras que, por una parte despejen cualquier duda sobre nuestro rechazo al terrorismo, y por otra parte enfaticen que nuestra posición es en realidad más pragmática y realista que lo que nos ofrece el belicismo. En esta línea, creo que hay una serie de puntos que deben quedar claros ante nuestros interlocutores:

  1. Es obvio que condenamos cualquier acto terrorista, y que negamos cualquier tipo de justificación.
  2. El hecho de que no quepa justificación alguna no quiere decir que no podamos (y debamos) reflexionar sobre las circunstancias que han podido dar lugar al caldo de cultivo de fanatismos que hace ahora posible que haya una red de implicados en pleno corazón de Europa.
  3. Tomamos partido en la lucha contra el terrorismo, sí, pero con la mente fría y manteniendo que no debemos rebajarnos al juego sucio de los terroristas ni a su laberinto cíclico de violencia sin salida. No sólo por cuestión de principios, sino porque la historia demuestra que es contraproducente
  4. No se trata de criticar cualquier tipo de operación militar. Oponerse a un bombardeo como respuesta inmediata a un atentado no es sólo una cuestión de principios, ni es sólo una actitud «buenista»; es sobre todo un cálculo razonable, realista y pragmático sobre cómo debemos afrontar la amenaza terrorista.
  5. No planteamos quedarnos de brazos cruzados ante el terror. Apostamos por alternativas y soluciones que de verdad aborden el porqué de la existencia del ISIS. Esto apuntaría, para empezar, a la necesidad de aumentar los esfuerzos para cortar sus medios de financiación (principalmente el petróleo).

Si lo que se quiere es apagar el virus del terrorismo –porque eso es lo que es, un virus que nace, crece y se multiplica en determinados contextos, en determinadas circunstancias propensas al odio –, no hay nada menos pragmático que bombardear por bombardear, por el mero afán de represaliar y de ofrecer a la opinión pública el consuelo de que «algo se está haciendo» contra el enemigo. Los «buenistas»[3], al criticar este tipo de acciones, nos guiamos por un sentido del pragmatismo a largo plazo mucho más realista y sensato que aquellas personas que desde el primer momento empezaron a reclamar bombas en Siria para apagar algo que, hasta donde sabemos con certeza, se ha fraguado por ciudadanos europeos y en Europa.

Quizás lo que el señor John Carlin no ha llegado a pensar nunca es que, al fin y al cabo, puede que los principios, la ética y la proporción jueguen un papel mucho más pragmático y eficaz en la resolución de conflictos que las bombas por las bombas y los misiles por los misiles.

Notas

[0] La imagen es una fotografía de Abdalghne Karoof / Reuters. Su uso en la presente web no tiene ningún propósito comercial.
[1] Sara Pastor Alonso es licenciada en Derecho y Políticas, especializada en derechos humanos a través del Máster Europeo en Derechos Humanos y Democratización (European Inter-University Centre for Human Rights, Venecia). Coordina el área de “Un Mundo con Derechos” en EcoPolítica.
[2] Entendiendo por «América» EEUU.
[3] Haciendo uso del término que usa John Carlin para despribir a los que mantienen posturas anti-belicistas.

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