Política y Sociedad

Published on octubre 7th, 2023 | by EcoPolítica

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¿Cuáles son los siguientes pasos de la Agenda Verde de la Unión Europea?

Chiara Martinelli

Artículo publicado en inglés en el Green European Journal
Traducido por Guerrilla Translation y publicado en El Salto fruto de la colaboración entre el Green European Journal, El Salto, Guerrilla Translation y EcoPolítica

A tan solo unos meses de una elección crucial para la UE, la agenda ecológica de Europa parece haber perdido impulso. Ursula von der Leyen tuvo la oportunidad de volver a sacar a la palestra las ambiciones climáticas del continente en su discurso sobre el estado de la Unión hace unas semanas, el último durante su actual mandato. He aquí lo que no debiera haber olvidado.

No estamos ante un nuevo inicio de curso. Los últimos meses han sido extraordinariamente tumultuosos. Más de una quinta parte de la población de la Unión Europea seguía en riesgo de pobreza o exclusión social en el año 2022, la pobreza energética continúa en aumento y la elevada inflación provocada por las corporaciones ha ido erosionando el poder adquisitivo de la población, lo que ha tenido un impacto especialmente duro en Europa Central y del Este. La Guerra de Rusia en Ucrania está agravando estos fenómenos y está causando un sufrimiento y un daño medioambiental inmensos.

Al mismo tiempo, los fenómenos derivados del cambio climático como las sequías, los incendios forestales, las inundaciones y las olas de calor han asolado al continente este verano, perjudicando a la población y a sus medios de subsistencia, infraestructuras y biodiversidad. No importa en qué punto del espectro político nos posicionemos; la crisis climática, energética y medioambiental afectan negativamente a todos los aspectos de nuestras vidas, desde la subida de los precios de los alimentos hasta la destrucción de la biodiversidad y las infraestructuras; desde el descenso de la productividad y la mortalidad prematura hasta la saturación de los sistemas sanitarios; desde la escasez de agua hasta el deterioro de sectores enteros de la economía.

Pero estos terribles acontecimientos no surgen de la nada. Hay muchas cosas que las autoridades pueden y deben hacer, y la ciudadanía puede emplear sus votos y su capacidad de acción para determinar el futuro y exigir responsabilidades a los gobiernos. A pesar de que las recientes elecciones en varios países europeos muestran una preocupante oposición a las medidas sociales y medioambientales, no está todo perdido. Las elecciones europeas de 2024 marcarán profundamente las vidas de quienes viven en la UE y fuera de ella.

Por todas estas razones, el discurso de Ursula von der Leyen sobre el estado de la Unión de este septiembre no tendría que haber sido otro discurso más. Aunque su Comisión puede sentirse orgullosa de los logros inusitados en pos de un futuro más ecológico en el marco del Pacto Verde Europeo, aún hay mucho que hacer para construir una economía sostenible basada en una mejor distribución de la riqueza y de los recursos naturales limitados, una economía que sea compatible con los límites planetarios y que incluya a todo el mundo.

En los próximos meses, los políticos deben reconocer el imperativo de llevar a cabo una profunda transformación económica para afrontar los desafíos de hoy y de mañana. Esta transformación tiene que construirse con y para la sociedad mediante vías democráticas y participativas robustas. Por lo tanto, los apuntes que Von der Leyen deje con el fin de su actual mandato deben señalar hacia una agenda climática explícita, que aborde políticas clave que deberían ser puntos de debate centrales para las próximas elecciones, y con suerte, estar entre las principales prioridades de la próxima Comisión.

Votos y valentía política

En primer lugar, en vez de intentar preservar la quimera de un poder tributario soberano, los Estados miembros deberían transicionar desde la votación por unanimidad hacia la mayoría cualificada en el Consejo Europeo a fin de acabar de una vez por todas con la carrera hacia el abismo de los impuestos. La UE debe asegurarse de que el exceso de beneficios de las empresas esté sujeto a gravamen (especialmente las compañías de combustibles fósiles), de aplicar impuestos sobre el patrimonio a los multimillonarios (que son también los que más contaminan) en toda la UE, y clausurar los paraísos fiscales. Sin estos recursos, la desigualdad seguirá aumentando y no será posible financiar una transición hacia el abandono de los combustibles fósiles.

Pero esto no es suficiente: es hora de considerar otras opciones, tales como un impuesto a viajeros frecuentes, de modo que quienes toman muchos vuelos al año (es decir, las personas más ricas y que más contaminan) paguen un impuesto proporcional. Un ambicioso impuesto sobre las grandes transacciones financieras también afectaría a las personas más ricas y reduciría la nociva especulación de los mercados financieros. Estos recursos adicionales ayudarían considerablemente a que las autoridades locales tuvieran, a su vez, los recursos necesarios para involucrarse y acompañar a la clase trabajadora y ciudadana en las transformaciones que nos sobrevienen.

En segundo lugar, la UE debería dejar de incentivar el uso de gas fósil. Aunque ha habido progresos en la eliminación gradual del carbón, la siguiente prioridad debe ser un plan bien estructurado a escala europea para abandonar el gas fósil de forma progresiva antes de 2035, el cual fue el principal causante de la escalada vertiginosa de los precios de la energía del año pasado. La transición hacia energías renovables fortalecerá la seguridad energética y protegerá a la población europea de la pobreza energética. Las nuevas instalaciones de energía solar y eólica ya les han ahorrado 100.000 millones de euros a las personas consumidoras desde 2021. Los beneficios son indiscutibles. Pero una transición gradual socialmente justa implica la erradicación de los intereses políticos en torno a los combustibles fósiles y al fin de las subvenciones a las energías contaminantes a través de medios socialmente justos. La UE debe frenar la expansión de los gasoductos fósiles y gestionar el desmantelamiento de las infraestructuras que ya no sean necesarias.

Una transición justa también implica escuchar los reclamos de los países del Sur Global. Los políticos deberían comprometerse con una arquitectura financiera y comercial más justa a nivel global mediante la reforma del FMI y del Banco Mundial, adoptando una fiscalidad más justa globalmente, cancelando la deuda de los países en desarrollo más vulnerables al cambio climático y corrigiendo la normativa de comercio mundial. Todo esto es imprescindible para asegurar que los países del Sur Global cuenten con los medios para proteger a su gente contra el cambio climático y puedan transformar sus economías conforme al Acuerdo de París. La desigualdad y el cambio climático son desafíos globales que requieren respuestas coordinadas. La UE debe participar colaborativamente en debates internacionales como la COP28 para poner fin a la era de los combustibles fósiles, establecer mecanismos de compensación por pérdidas y daños provocados por el cambio climático y tomar medidas para mitigar y adaptarse al calentamiento global.

Una acción climática efectiva también requiere cambios en nuestros hábitos de producción y consumo. Esto supone principalmente reducir el derroche energético, sobre todo el causado por edificios deficientes, pero también restringir el consumo suntuario mediante la regulación, la fijación de precios y la aplicación de impuestos. La UE debe abordar la cuestión de la obsolescencia programada y reducir la sobreproducción y el consumo excesivo. Es necesario diseñar productos pensando en su reparación, reutilización y reciclaje. Una economía circular como esta generaría oportunidades para las personas que trabajan en sectores que tendrán que disminuir o desaparecer gradualmente.

Lograr una economía sostenible exige que el apoyo público al sector privado, especialmente en el caso de las grandes corporaciones, se base en normas sociales y medioambientales estrictas. Un buen punto de partida es la igualdad de género, la participación de la clase trabajadora y la prohibición de los pagos de dividendos en empresas que reciben subvenciones públicas. Además, deberían concederse subvenciones únicamente a sectores y actividades que no perjudiquen al clima y al medioambiente, y deberían estar sujetas a restricciones tangibles sobre las emisiones, a una reducción del consumo de recursos y a fines de economía circular.

La inacción climática, la búsqueda de chivos expiatorios, las mentiras y el aislacionismo son distracciones comunes ante las amenazas existenciales a las que nos enfrentamos. También es fácil echarle la culpa a Bruselas. Pero esa postura se desentiende del hecho de que toda legislación de la UE es el resultado de un compromiso delicado entre las fuerzas políticas representadas en el Parlamento Europeo y los gobiernos nacionales. La UE trata de cooperar, de escuchar, de encontrar un consenso entre las diferentes sensibilidades políticas y geográficas. Ahí radica la importancia de las elecciones europeas.

Las medidas mencionadas anteriormente deberían ser el centro de cualquier plataforma europea que considere seriamente el asunto de la emergencia climática, independientemente del color político. La amenaza palpable que supone el cambio climático puede traducirse en ecoansiedad, parálisis y actitudes introspectivas. Sin embargo, el contexto actual también debe servir de llamada de atención para evitar que las personas que ya tienen dificultades financieras vean cómo su calidad de vida se deteriora aún más. Es posible satisfacer las necesidades y respetar los derechos de todo el mundo a la vez que se respetan los límites planetarios. En los próximos meses, las organizaciones de la sociedad civil de Europa presionarán a los líderes políticos, escucharán a la población y confiarán en el poder de la movilización y las campañas para recordarle a la ciudadanía de la UE cuán profundamente podrían afectar las próximas elecciones a su presente y su futuro. Los votos de la ciudadanía y la valentía de los políticos son la fórmula ideal para mejorar el bienestar de las personas y para proteger la salud del planeta.

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