Published on noviembre 19th, 2015 | by EcoPolítica
0El ambientalismo y ecologismo latinoamericano. Parte VIII
Parte VIII. ¿Un eco-socialismo político latinoamericano?
Por Joan Martínez Alier, Héctor Sejenovich y Michiel Baud [1]
Artículo publicado en la obra Gobernanza ambiental en América Latina de Fabio de Castro, Barbara Hogenboom y Michiel Baud (coordinadores) (Buenos Aires: CLACSO, 2015)
Publicado con el consentimiento expreso de Joan Martínez Alier
Autores jóvenes entonces, como Víctor Toledo, Enrique Leff, José Augusto Pádua, Iván Restrepo, emergieron en la década del ochenta con sus ideas sobre una política social y ecológica en América Latina. Augusto Ángel Maya en Colombia combinaba el marxismo, la antropología cultural y una política ecologista. Observó en 1996: “Superando las visiones restringidas que interpretan lo ambiental como un problema ecológico o exclusivamente tecnológico, esta propuesta intenta comprenderlo como un objeto de estudio en todas las disciplinas científicas, desde las ciencias naturales y tecnológicas, hasta las ciencias que estudian el comportamiento humano”.
A partir de la década del ochenta, surgen grupos activistas como el Instituto de Ecología Política en Chile, Censat en Colombia, Acción Ecológica en Ecuador (formado por jóvenes biólogas), redes en Uruguay, FASE en Brasil con Julianna Malerba y otros. Hay un potente pensamiento ambiental latinoamericano que se apoya en la sociedad civil y que enumera y denuncia la multitud de conflictos ambientales que el aumento del metabolismo económico trae consigo. Veinte años después, ese pensamiento ya no estaba solamente en escritos y manifestaciones de actores sociales y pensadores alternativos del post-desarrollismo, del agroecologismo y del ecologismo popular, sino en algunas constituciones y en discursos de algunos ministros.
Tras la derrota en 2005 de los planes de Estados unidos de promover el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) llegaron unos años de victorias electorales de gobiernos como los de Evo Morales y Rafael Correa. Incluso parecía hacia 2008 que podía surgir desde América un liderazgo internacional del ecologismo del Sur, que es una posición vacante en la escena internacional. Como ejemplo, el radical discurso de Fánder Falconí en 2009 en Copenhague como canciller de Ecuador; se refirió a la deuda ecológica o deuda climática del Norte con el Sur, dijo que los países pobres eran como “fumadores pasivos”, defendió la iniciativa Yasuní ITT de “dejar el petróleo bajo tierra” ante más de 150 presidentes de Estado o jefes de gobierno, pocas semanas antes de dimitir como canciller por el boicot del presidente Correa al acuerdo con el PNUD para llevar adelante la iniciativa Yasuni ITT. La Constitución ecuatoriana de 2008 ha sido un símbolo muy fuerte para el pensamiento ecologista en América Latina, con la presencia de Alberto Acosta en multitud de foros como ex presidente de la Asamblea Constituyente.
En Bolivia, en Cochabamba en abril de 2010, se celebró un gran encuentro tras el fracaso de la reunión de Naciones Unidas en Copenhague, tratando de posicionar a Evo Morales como líder ecologista radical del sur, pero ni él mismo ni su vicepresidente García Linera (quien cree que el ecologismo es un lujo para ricos) estaban por esa labor sino más bien por la explotación de la Amazonía como en el plan de la carretera del TIPNIS. El gobierno de Bolivia representado todavía por Pablo Solón no fue acompañado por ningún otro gobierno en su denuncia sobre el tema del cambio climático en Cancún en diciembre de 2010.
No obstante, las ideas ecologistas se difunden y crecen. Naomi Klein reconoce en su influyente libro de 2014 sobre el cambio climático que ella aprendió el concepto de “deuda ecológica” en 2009 de la joven embajadora boliviana en Naciones Unidas en Ginebra, Angélica Navarro. El libro defiende explícitamente la estrategia del proyecto Yasuni ITT de “dejar el petróleo en tierra”.
La incapacidad de los gobiernos de tomar el ecologismo como tema principal, es más, la represión y la “criminalización” del ecologismo popular, está abriendo espacio para un ecologismo político que se opone tanto a los gobiernos neoliberales como a los nacional-populares. Ambos comparten el “consenso de los commodities” (Svampa, 2012). Existe pues un pensamiento ecologista latinoamericano maduro en la teoría aunque incipiente en la práctica política que plantea nuevos principios de gobernanza ambiental internacional en lo que respecta al cambio climático, y también en la crítica del extractivismo, de la biopiratería y del comercio ecológicamente desigual, en la defensa de los derechos de la naturaleza, del derecho humano al agua y en el manejo integral y sustentable de los recursos. Actúa en todas las instancias donde se dirime la suerte de las poblaciones y sus hábitats y recursos. Fuera de los gobiernos y dentro de ellos.
¿Cabe una alianza con las antiguas izquierdas? algunos marxistas latinoamericanos como Mariátegui fueron agraristas, es decir, enfatizaron el papel de la naturaleza y su población humana dentro de los análisis de la estructura económica y apoyaron la continuación o restauración de las comunidades campesinas e indígenas que hoy son las que más protestan contra el extractivismo. Ángel Palerm y Eric Wolf en Mesoamérica unieron en sus estudios la historia social, la antropología y el marxismo entre 1960 y 1980.
El capitalismo lleva a una “ruptura metabólica”. Cuando algún eco-marxista recuerda hoy a Marx y su queja en El Capital (Vol.3, Cap. 47), citando a Liebig, de que la agricultura capitalista rompía el metabolismo (Stoffwechsel) ya que los nutrientes no eran repuestos, puede añadir que eso es exactamente lo que sucede con la exportación de bananos o de soja. El capitalismo no es capaz de renovar sus condiciones de producción, no reemplaza los nutrientes, erosiona los suelos, agota o destruye los recursos renovables (como la pesca y los bosques) y los no renovables (como los combustibles fósiles y otros minerales). Y además destruye biodiversidad, lo que Marx no mencionó todavía, aunque sí destacó que el desarrollo de las fuerzas productivas tiene en el capitalismo una gran fuerza destructiva. Así pues, el anti-ecologismo no puede esconderse bajo la saya de Marx para apoyar la minería a cielo abierto, los monocultivos de árboles, la explotación petrolera o el fracking del gas de esquisto.
Cabe reconocer también, en apoyo del eco-socialismo, la teoría de la Segunda Contradicción del Capitalismo, presentada por el economista James o’Connor ya en 1988, en el primer número de la revista Capitalism, Nature, Socialism. Enrique Leff en Ecología y Capital en 1986 y O’Connor explicaron que los crecientes costos sociales y ambientales que causa el (mal contado) crecimiento de la economía, son la causa de la explosión de protestas ecologistas. actualmente hay un proceso en el mundo, como nunca antes, de desposesión de tierras indígenas y campesinas, de expropiación de manglares por la industria camaronera, de acaparamiento de tierras para plantaciones de árboles o agro-combustibles, para megaminería y represas, para extracción de gas y petróleo, a cargo de empresas privadas o estatales, procesos neocoloniales de apropiación de recursos naturales y territorios donde aparecen actores nuevos como las empresas chinas. Hay también muchas resistencias, que, en el ámbito urbano, incluyen las cooperativas de recicladores o “pepenadores” de basuras urbanas, que desempeñan un papel tan importante y tan escasamente reconocido. Estas iniciativas están agrupadas en una Red Latinoamericana de Recicladores o Recuperadores Urbanos que han obtenido éxitos notables, como en Bogotá con el liderazgo de Nohra Padilla (premio Goldman de 2014).
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Notas
[0] La foto que encabeza este artículo corresponde al mural “Presencia de América Latina” del artista mexicano Jorge González Camarena. El mural se encuentra en la Casa del Arte de la Ciudad Universitaria de Concepción (Chile).
[1] Joan Martínez Alier es uno de los dos padres fundadores de la economía ecológica en España (junto a José Manuel Naredo) y fundador y director de la revista semestral “Ecología Política. Cuadernos de debate internacional”, referencia de la materia en castellano tanto en España como en América Latina.