Published on enero 30th, 2017 | by EcoPolítica
0Pensamiento crítico: la necesidad de transformar las relaciones sociopolíticas de dominación. Parte II
Parte II. Democracia real como alternativa al sistema
Por Cayetano Villegas García
La coyuntura actual en la que nos encontramos, donde parte de la población siente un fuerte desarraigo hacia las instituciones no es fruto de una casualidad, sino de una serie de eventos que nos retrotraen a la primera gran crisis del capitalismo[10], pasando por la crisis de la socialdemocracia europea y el surgimiento, como consecuencia, de los movimientos sociales, que abogan por una participación democrática más participativa y de mayor calidad.
Las crisis económicas y la forma en la que estas se han ido resolviendo han contribuido a generar un cierto desapego de parte de la población para con el sistema. Lo que realmente marca el punto de inflexión en este sentido, es la deriva de la socialdemocracia a partir de los años 70´, mostrando una incapacidad para capitalizar el descontento de la masa castigada y desfavorecida. Todo esto es necesario tenerlo en cuenta para entender la situación actual, un escenario donde los fascismos comienzan a emerger alrededor del mundo de forma peligrosa.
La primera gran crisis del capitalismo, tras el crack del 29´, fue resuelta con la implementación, por parte del presidente Roosevelt, de una política mixta de intervención estatal y liberalismo económico, que al margen de la evaluación de los resultados más o menos satisfactorios, supuso en realidad la tabla de salvación para las clases burguesas que con el crack habían quedado debilitadas. El período de 1933 a 1937 permitió un rearme de las mismas, ya que no se abordaron los problemas estructurales de fondo que las élites económicas generaban con su visión liberal de la economía, lo cual terminarían de aprovechar con el negocio que generó la Segunda Guerra Mundial para los distintos tipos de industrias.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los postulados Keynesianos que en parte asumió Roosevelt, vuelven a ponerse sobre la mesa como la solución al problema de la descohesión y el sufrimiento generado por la guerra. El keynesianismo se convirtió en la realidad imperante durante el periodo de 1945-1970, periodo conocido como la época dorada del capitalismo y que, aunque impulsó un periodo de avances y protección social, volvió a diseñarse dentro de la lógica del sistema capitalista como algo inmodificable.
La diferencia entre el keynesianismo, que representaba el espíritu de la vieja socialdemocracia y el capitalismo más salvaje, se basaba en la alternancia en los modos de acumulación de capital entre la acumulación burguesa y la acumulación fordista. La acumulación fordista se fundamenta en un capitalismo productivo con condiciones de vida aceptables para los trabajadores, pero al fin y al cabo dentro de la lógica capitalista.
A partir de entonces se difunde la idea de que la socialdemocracia es lo opuesto al capitalismo, pero la realidad es que durante este período las clases burguesas continuarían acumulando capital a través de lo que podríamos llamar flexibilidad capitalista. Las políticas redistributivas provocaron que la burguesía monopolista perdiera poder adquisitivo proveniente de las plusvalías generadas por los trabajadores, los cuales mejoraron considerablemente sus condiciones de vida y laborales, pero al mismo tiempo, el sistema les permitió la usura como prestamistas, favoreciendo un alto grado de endeudamiento del Tercer Mundo, lo que generó en los años 80’ la crisis de deuda en América Latina con tasas de intereses por las nubes.
Durante la crisis de los 70’, tras la aplicación de las políticas keynesianas se difundió la idea de que la economía mixta, y por tanto la socialdemocracia, había fracasado. Las élites comenzaron a presionar a los gobiernos para deshacer las conquistas de los trabajadores y acusar al Estado del excesivo gasto social, abriéndose paso a las políticas neoliberales que impulsaron leyes de flexibilización y precarización laboral. Se desmanteló el Estado de Bienestar, se precarizaron los sistemas públicos de sanidad y educación, se privatizaron ramas claves de la economía, se eliminó cualquier proteccionismo a través de los tratados de libre comercio, se redujeron los impuestos al capital y se implementó un dominio sobre las economías dependientes.
Para los años 90´, las élites monopolistas, bajo mandatos neoliberales y socialdemócratas, habían recuperado sus tasas de ganancias. La socialdemocracia tradicional había comenzado a alinearse con la ideología neoliberal y en su discurso renegaba de todo lo que tuviese que ver con el marxismo o cualquiera de sus interpretaciones. Un ejemplo son los gobiernos de Tony Blair y Gordon Brown que usaron la Tercera Vía de Antonhy Giddens como alternativa en términos despectivos hacia la socialdemocracia tradicional, virando hacia un socioliberalismo que se alejó de las clases trabajadoras. La Tercera Vía pretendía ser un camino intermedio entre el liberalismo y la vieja socialdemocracia, revistiendo ideas conservadoras con un discurso progresista. A partir de entonces la socialdemocracia europea perdió gran parte de su credibilidad, pero sobre todo dejó de tener un proyecto alternativo al neoliberalismo, exceptuando quizás las socialdemocracias nórdicas que han construido avanzados sistemas de protección social.
En la actualidad, los matices entre conservadores, liberales y socialdemócratas se han ido volviendo cada vez más tenues. Bajo esta realidad estalla una nueva crisis en el año 2007 provocada por la usura, la especulación y las burbujas creadas por la lógica de un mercado fundamentalista, que representa exclusivamente los intereses de una minoría. En este contexto ha quedado de manifiesto la inutilidad de los parlamentos para aplicar la democracia, intervenidos por el poder financiero, que controla a políticos y medios de comunicación. Los parlamentos, gestionados por conservadores, liberales o socialdemócratas, se encuentran muy alejados de las preocupaciones de la gente común y representan un núcleo que da vida a un sistema clientelar pendiente del beneficio individual, de la carrera política y de las puertas giratorias. Otros partidos de izquierdas no han sabido capitalizar el sufrimiento de las clases más desfavorecidas, las cuales se sienten abandonadas y desconectadas de la política. Algunos partidos tradicionales han seguido anquilosados en la “toma del Estado” como instrumento político, sin entender que la nueva realidad incorpora a nuevos movimientos sociales que pretenden transformar las sinergias tradicionales entre el Estado y el pueblo. Entender el Estado como un mero aparato político, símbolo de la conquista del poder y separado del pueblo, ha generado un cierto agotamiento de la democracia representativa.
Una reelaboración del concepto de democracia, surgido de la conciencia de lo colectivo, podría ser la alternativa al capitalismo, pero sobre todo el impulso de nuevas prácticas donde los ciudadanos tuvieran un poder decisorio más allá de las elecciones, lo que acercaría definitivamente las instituciones a los problemas reales. Este concepto de democracia ha de fundir lo social y lo político, con lo que el Estado dejaría de ser el elemento sobre el que versa el poder para ser trasladado a la comunidad. En este caso, los elegidos por el pueblo, más que representantes, cumplirían la función de comisionarios.
Los ciudadanos tenemos el derecho de liberarnos, pero no es una tarea simple, requiere de un pensamiento de alta calidad y un trabajo de reflexión muy profundo. Ya lo cuenta Paulo Freire en su libro Pedagogía del Oprimido, para ser libre primero hay que identificar lo que nosotros mismos tenemos de nuestro verdugo. Para ello, el trabajo pedagógico de las nuevas formas de organización social es indispensable. Mientras que el sistema nos considera objeto, las nuevas formas de organización social nos convierten en sujetos. Ser sujeto es lo opuesto a la alienación. Significa liberarse a partir del pensamiento crítico. Esta es la lucha de los movimientos sociales que apuestan por una democracia real.
Es evidente que el sistema económico actual nos ha situado en un punto de inflexión histórico caracterizado por una profunda crisis social, económica y política a nivel mundial, que bien puede ser aprovechada positivamente para transformar la forma de vida humana y las relaciones de poder, o por el contrario podría agravarse si seguimos manteniendo prácticas alienantes.
Aunque al hablar de crisis lo hacemos abordándola desde distintos planos, no podemos durante más tiempo mantener esta diferenciación. No tiene sentido esta separación ante la evidencia de que la parte afecta al todo y el todo a la parte.
Aún cobra más importancia el hecho de entender que en el fondo de la cuestión subyace un grave problema ecológico, y es que la supervivencia del sistema depende claramente de la explotación intensiva de los recursos del planeta. Esta carrera por los recursos ha generado y generará guerras de carácter geopolítico, grandes crisis migratorias y graves problemas estructurales marcados por los intereses de unas élites a las que se pliegan los Estados. Estados muy unidos a las políticas neoliberales que imponen la necesidad permanente de crecimiento aunque sea a costa de la desigualdad, dando así la espalda y excluyendo a sus propios ciudadanos del sistema. Si cruzamos algunos datos, rápidamente nos percataremos de que la crisis es un modelo que afecta al desarrollo humano y que genera problemas sociales, económicos, políticos y ecológicos que están interconectados entre sí. Es importante que las luchas no se hagan de forma independiente, sería importante que desde las distintas organizaciones y movimientos sociales se actuara coordinadamente a partir de líneas estratégicas de nivel transnacional.
Ante este punto de inflexión en el que la historia nos coloca, existen hoy algunas respuestas bastante diferenciadas. Por un parte han surgido una serie de movimientos ciudadanos fundamentados en los principios de los derechos humanos entorno a la idea del bien común, acompañados de una revolución intelectual que deshoja las vergüenzas del sistema y que al mismo tiempo abre un debate sobre las propuestas a materializar.
Por otra parte, el auge del fascismo es realmente preocupante, ya que distintos partidos aprovechan el desamparo que sienten algunos sectores para captar su confianza desde la política del odio, la mentira y el prejuicio. Estos movimientos ya se están dando a ambos lados del Atlántico, no sólo en Europa con el ascenso de la extrema derecha en Francia, Reino Unido, Alemania, Holanda, Hungría o Austria, sino en EEUU con la victoria de Trump. Mi duda aquí es ¿Será una nueva artimaña por parte de la oligarquía para sobrevivir a la gran crisis, articular un discurso fascista que aglutine a aquellos ciudadanos hastiados y abandonados por el sistema? En respuesta a esta pregunta se puede leer un artículo publicado por el diario.es el pasado diciembre: http://www.eldiario.es/theguardian/neoliberalismo-transformo-Trump-Silicon-Valley_0_590741788.html. Por otra parte, pueden informarse acerca de la procedencia e historial de los miembros elegidos por Donald Trump para su equipo de gobierno en el siguiente artículo publicado por el periódico El Confidencial: http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-12-02/trump-gabinete-elecciones-eeuu-ross-betsy-devos-mnuchin_1298436/
Lo sorprendente es que algunos representantes europeos permanecen inoperantes e incrédulos ante eventos tan esperpénticos, sin apenas testear las causas. Me parece de una gran ingenuidad tal simpleza de pensamiento. Las consecuencias son el resultado de institucionalizar la violencia y la mentira, el uso depravado de los mass media a través de unos contenidos culturales que favorecen la competición, el individualismo y el consumo irracional, el uso de mensajes subliminares machistas y xenófobos, el llevar décadas pensando en la propia supervivencia a costa de los más desfavorecidos y el uso partidista de las instituciones.
Nos encontramos pues con tres vértices, el propio sistema que se afana en sobrevivir obviando los problemas estructurales y sus nefastas consecuencias. Unos movimientos ciudadanos e intelectuales que luchan por transformar el modelo pacíficamente y con el máximo respeto por la dignidad humana. Por último, el ascenso de la extrema derecha, que independientemente de integrarlo o no en el sistema , está claro que es una nefasta consecuencia que viene a empeorar la situación.
Ante este escenario necesitamos trabajar un pensamiento crítico, que nos otorgue como sociedad, la lucidez necesaria para interpretar el funcionamiento de sinergias que no se ven, eminentemente violentas y la forma en la que el odio, la mentira y el prejuicio se mezclan escurridizamente con nuestro entorno. Pero tenemos un problema añadido, y es que para animar este tipo de pensamiento de alta calidad, necesitamos usar todos los focos educadores disponibles, mientras, dichos focos están en manos del sistema. Por lo tanto, la alternativa son las pequeñas revoluciones educativas. La revolución tiene que venir desde la educación, pues la educación se manifiesta en todos los ámbitos de la vida. No se equivoquen al pensar reducidamente en una escuela, un maestro y la formación académica del alumno, porque la educación es algo global que no es exclusivo del alumno, sino del ciudadano. Tanto es así que nuestro cerebro, eminentemente neuroplástico, está siempre encendido e inferenciando normas y pautas. Desde que nacemos hasta que morimos el feedback entre nuestro cuerpo, mente, cerebro y medio ambiente nos permite diseñar aquello que somos o lo que pretendemos ser. Nuestra forma de amar, definida a partir de los marcadores somáticos, nos determinan como individuos y colectivo, están enraizados en la interacción con la familia, nuestros iguales, la escuela y debido a la sociedad en la que vivimos, los medios de comunicación. De ahí la soberana importancia de entender que la educación es permanente y responsabilidad de todos.
Educar el pensamiento crítico como un proceso activo compuesto por elementos de conceptualización, análisis, síntesis, ejecución y evaluación de aquella información que se obtiene a partir de la observación y de la experiencia, es arduo, pero indispensable para transformar la sociedad. Aquellas personas que piensan críticamente hacen un uso constante de la empatía, de lo racional y de lo razonable. Pensar críticamente significa buscar respuestas y evitar un pensamiento simplista acerca de cuestiones importantes. Se trata de un pensamiento auto-guiado en donde la inteligencia en su sentido más amplio y la contemplación juegan un papel esencial. Trabajar las habilidades sociales también construye pensamiento crítico. En definitiva, el pensamiento crítico, es una vacuna contra los prejuicios y los perjuicios. Es necesario para construir justicia personal y justicia social. Es un proceso adaptativo de alto nivel que nos permite solucionar problemas de forma eficaz y con ello mejorar nuestra calidad de vida y la de los demás. El pensamiento crítico es en sí, el elemento indispensable para el empoderamiento ciudadano.
Una última reflexión desde la perspectiva de la educación (permanente)
Las implicaciones sociales y las devastadoras consecuencias para el desarrollo humano que acompañan a la aplicación de la reglas económicas neoliberales, no se entenderían sin previamente practicar un ejercicio de síntesis referido a los orígenes y características del sistema. Al fragor del uso obsceno del lenguaje, gran parte de la clase política y oligárquica, han devaluado la riqueza de las palabras democracia y libertad, convirtiéndolas en un instrumento de propaganda alienante entorno a un pensamiento único. El pensamiento mayoritario, escoltado siempre por la cultura del miedo, se convierte en paradoja desde el momento en el que las condiciones de vida de los ciudadanos se ven afectadas negativamente. La intencionalidad del análisis llevado a cabo durante la primera parte del artículo ha sido la de desenmascarar las sutiles violencias que subyacen en el sistema. Dichas violencias, asumidas de forma inconsciente a través de la normalización de una serie de comportamientos cotidianos, se materializan finalmente en violencia cultural. Esta última, instaura una especie de miopía que hace difícil identificar el daño y al agresor. Desenmascarar lo oculto es a veces complejo y doloroso, otras, fatídico para la propia vida. Véase como 300 activistas defensores del medio ambiente han sido asesinados durante los dos últimos años: http://www.lamarea.com/2016/03/04/82902/
Tras visibilizar lo oculto el siguiente paso es tomar conciencia de lo que ocurre a mi alrededor. Es aquí donde se libra la batalla entre el razonamiento y las emociones. Un cambio de perspectiva es la consecuencia de un lento proceso de re-mapeo cerebral. Tomar conciencia consiste en confrontar la realidad, integrar imágenes, emociones y sensaciones que se encuentran en el nivel implícito y que han de ser ordenadas en el nivel explícito. Daniel J. Siegel y Tyna Payne Bryson, lo explican en su libro El cerebro del niño [11]:
“Cuando las imágenes y las sensaciones de la experiencia existen únicamente de forma implícita, cuando no han sido integradas por el hipocampo, permanecen aisladas unas de otras, dispuestas sin orden ni concierto en nuestro cerebro. En lugar de ofrecer una imagen clara y completa, un rompecabezas acabado, nuestros recuerdos implícitos son como piezas sueltas de un rompecabezas. Lo peor de todo es que estos recuerdos exclusivamente implícitos siguen dando forma a nuestra manera de contemplar e interactuar con nuestra realidad de aquí y ahora. Afectan a nuestra noción de quiénes somos en cada momento: todo ello sin ser siquiera conscientes de que inciden en la manera en que interactuamos con el mundo”
El paso posterior a la toma de conciencia sería establecer un plan y ejecutarlo. En este punto estaríamos tratando de diseñar y ejecutar la revolución cultural a la que se hace alusión. Este procedimiento se puede realizar de diversas formas, aunque todas ellas han de compartir un carácter pacífico y la pedagogía como herramienta principal. En este sentido, los movimientos sociales tienen una gran responsabilidad y un duro trabajo sobre el terreno. Esta tarea está directamente relacionada con la rebelión en contra de aquellos poderes que coartan nuestra autonomía, con la lucha por desenmascarar las violentas sinergias del sistema y la exigencia del cumplimiento de los derechos básicos para una vida digna.
Por otra parte, una alternativa exitosa al pensamiento único requiere de pequeños cambios que cada cual debe acometer en su entorno más cercano, desde una visión global de los problemas de la sociedad. Aquí se abre la posibilidad de educar a las generaciones más jóvenes con una serie de estrategias que responden a la necesidad de combatir la falta de autonomía que poco a poco comienza a vislumbrarse. Este tema, el de la excesiva dependencia, la falta de autonomía, la ineficiencia en la toma de decisiones de los niños y adolescentes occidentales, se trata en el libro de Eva Millet Hiperpaternidad, de una forma interesante y asequible.
Educar personas autónomas, capaces de participar en la vida democrática, pasa por educar aptitudes desde que somos pequeños y que tienen que ver directamente con la inteligencia emocional. El objetivo es que la razón y la emoción interactúen de forma equilibrada, de modo que el miedo al cambio que nos infringe el sistema, no coarte nuestra capacidad de acción. La inteligencia social y el desarrollo de habilidades sociales como la empatía, la resiliencia o asertividad, por otra parte, responden a la necesidad de un pensamiento flexible para enfrentar la injusticia y la mentira. Al trabajar estos ámbitos, que no son independientes, sino interconectados en un proceso global, estaremos interpelando a las funciones superiores del pensamiento, directamente relacionadas con la inteligencia ejecutiva[12]: atender a los estímulos adecuados y seleccionar la información más relevante en un mundo sobrecargado de información insustancial. Ser emocional y socialmente inteligente conlleva aprender la pausa y la reflexión, elementos obligatorios el proceso de convertir la información en conocimiento. Ser autónomo, es por tanto ser libre, lo contrario a decir la palabra dicha como Paulo Freire indicaba. Es tener capacidad para elaborar un plan, tomar decisiones, ejecutarlo y reevaluarlo las veces que sea necesario. Ser cognitivamente flexible cuando pienso en mí y en los demás es construir la colectividad desde mi individualidad.
Por tanto, alentar el pensamiento crítico comienza por educar aptitudes que tienen que ver con la autonomía. La autonomía, a su vez, ha de ser desgranada y abordada desde distintos ángulos, sobre todo hoy día en donde las nuevas generaciones de niños y adolescentes del mundo occidental son cada vez más dependientes y, por tanto, con menos capacidad de decisión. Hoy día existe una imperiosa necesidad de que los expertos en educación usen la pedagogía, no sólo con los niños, sino también con el resto de la sociedad. En este sentido es muy aprovechable conocer como nuestro cerebro, cuerpo y mente interactúan con el exterior.
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Notas
[1] Cayetano Villegas García es maestro de la escuela pública en la Junta de Andalucía, Licenciado en Antropología Social y Cultural, Máster en el Análisis Geográfico y la Ordenación del Territorio y Máster en Neurodidáctica.
[2] FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI de España Editores, S.A., 2012, p.18. El título original es “Pedagogía do oprimido” y la primera edición del libro consta de 1970.
[3] CASTAÑAR, Jesús. Teoría e Historia de la Revolución Noviolenta. Barcelona: Virus Editorial, 2013, p. 317.
[4] GALEANO, Eduardo. Las Venas Abiertas de América Latina. México: Siglo XXI Editores, 1971. Notas pertenecientes al capítulo inicial introductorio.
[5] En SAMPEDRO, José Luis. El Mercado y la Globalización. Barcelona: Ediciones Destino, S.A., 2002, pp. 32-32.
[6] Johan Galtung introduce el término de “violencia cultural” en el año 1990. GALTUNG, Johan. Cultural Violence.. En JIMÉNEZ BAUTISTA, F. Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad. Revista de Ciencias Sociales, 58, 13-52, 2012.
[7] TORTOSA, J.M. Globalizaciones y violencias: algunos obstáculos para la paz. En JIMÉNEZ BAUTISTA, F. Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad. Revista de Ciencias Sociales, 58, 13-52, 2012.
[8] La multipantalla se refiere a la invasión de pantallas de televisión, ordenadores, tablets, móviles, gps, libros electrónicos, etc…en la sociedad.
[9] El término «sobrecarga de información» fue introducido por Alvin Toffler en su libro Future Shock para definir la «intoxicación de información», en inglés «information overload». Conceptualmente se refiere al exceso de información producida por diferentes medios que generan contradicción y dificultad para identificar la información relevante.
[10] Nos retrotraemos a esta crisis porque es indispensable para entender el período posterior de aplicación, tras la Segunda Guerra Mundial, del Keynesianismo.
[11] El título del libro original es The Whole-Brain Child. 12 Revolutionary Strategies to Nurture Your Child’s Developing Mind y fue publicado en 2011. La nota que se ha usado se encuentra en SIEGEL J. Daniel y TYNA PAYNE, Bryson. El cerebro del niño. 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo. Alba, 2016, p. 111.
[12] MARINA, José Antonio escribe en su libro La inteligencia ejecutiva. Ariel, 2012: “El fracaso de la inteligencia ejecutiva está presente en los grandes problemas que preocupan a la sociedad: las conductas impulsivas, la agresividad no controlada, el consumo de drogas, los déficits de atención, los problemas de desorganización, la falta de constancia, la procrastinación, la mala gestión del tiempo, los fallos en la memoria, la pasividad, las actitudes de dependencia de otras personas, las obsesiones, la rigidez en el pensamiento o el carácter-incluido el fanatismo-, y gran parte de los fracasos educativos(p.13). Se llaman “ejecutivas” a todas aquellas operaciones mentales que permiten elegir objetivos, elaborar proyectos, y organizar la acción para realizarlos(p.21).
Bibliografía
BERNAL GUERRERO, A. Neurociencia para la vida en el mundo actual. XII Congreso Internacional de Teoría de la Educación. Universidad de Barcelona, 2011.
JARES, Xesús. Educar para la verdad y la esperanza. En tiempos de globalización, guerra preventiva y terrorismos. Madrid: Popular, 2005, p. 29.
JIMÉNEZ BAUTISTA, F. Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad. Revista de Ciencias Sociales, 58, 13-52, 2012.
OXFAM. Una economía al servicio del 1%. 2016.
PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2014. Sostener el progreso humano: Reducir vulnerabilidades y construir resiliencia. New York: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2014.
Webgrafía
http://www.vnavarro.org/?p=4299
http://www.eldiario.es/theguardian/Neoliberalismo-raiz-ideologica- problemas_0_511299215.html
http://www.rebelion.org/hemeroteca/izquierda/vila061202.htm
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134915