Energía, clima y biodiversidad

Published on diciembre 15th, 2015 | by EcoPolítica

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¿De qué no hablan cuando hablan de la COP21?

Por Feilim O’Connor [1] 

Traducido al castellano por EcoPolítica
Disponible en su versión original en inglés aquí

Como pueden suponer, el camino hacia la COP21 está lleno de buenas intenciones y de mucha complejidad, y, como probablemente hayan oído, la última gran reunión de la COP en Copenhague en 2009 fue un fracaso. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Qué es diferente ahora para que los 190 países que se reúnen cerca de París logren un nuevo acuerdo internacional sobre el cambio climático?

En realidad, son muchas cosas las que han cambiado. En el ámbito tecnológico, las renovables han surgido con fuerza y ahora ya son una fuente de energía barata. La reducción dramática en la curva de coste significa que ya están por delante de los combustibles fósiles convencionales como fuente de energía en muchos lugares del planeta.

Sin embargo, este progreso sigue sin ser a día de hoy del todo comprendido, debido en parte a que algunos estudios actuales ―que cuentan con un público muy amplio―, cometen errores básicos como utilizar datos obsoletos (pueden leer al respetado Amory B. Lovins sobre este tema, donde ofrece una brillante explicación). Dejando de lado por un momento el tema central del cambio climático, hay que admitir que las renovables eran una opción difícil de vender en Copenhague. En aquel momento, celebridades como Bono ―cuya más reciente estrategia de marketing consistía en incluir de forma obligatoria su álbum en los nuevos iPhones ―, intentaban convencer a las grandes economías del mundo de que abandonaran su estrategia actual de crecimiento. No es del todo inesperado que aquello no convenciera a nadie.

Mientras cabe esperar este tipo de críticas a figuras como Bono, lo cierto es que el problema de cómo transmitir el mensaje le está costando quebraderos de cabeza hasta a las personas más renombradas. Incluso David Attenborough, el mejor comunicador a la hora de articular un discurso sobre la naturaleza, está encontrando dificultades para transmitir el mensaje en vísperas del COP21.[2]

Para profundizar en las causas de esta confusión, pasemos a una segunda cuestión: ¿Qué son las Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés)? De forma muy resumida, las INDC son promesas. Pero lo que no son es un gran acuerdo global para mantener el cambio climático por debajo de los 2ºC. Esto es lo que se intentó lograr la última vez, y no funcionó. En realidad, las INDC tienen el objetivo de conseguir que los países planteen, de manera estructurada y a nivel individual, un plan lo más ambicioso posible que permita poner el balón en juego. Se trata de una diferencia sutil, pero muy importante.

Todos los grandes agentes en juego ya han presentado sus propuestas. La Unión Europea planea reducir sus emisiones en un 40% por debajo de los niveles de 1990 para el año 2030, mientras que China ha prometido que sus emisiones llegarán a su punto máximo ese mismo año. La lista completa de contribuciones puede consultarse aquí.

¿Dónde está el error? La palabra “contribuciones” es reveladora. Es un sinónimo de “donación”, “caridad” u “ofrenda”; todas ellas palabras que difícilmente pueden ser un incentivo para países que compiten económicamente entre ellos. Representa la llamada de alerta sobre el cambio climático como algo molesto. La “verdad incómoda”, como la denominó Al Gore. Lo que no se ha conseguido transmitir es que la transición a una economía 100% limpia es un enorme beneficio. Todos hemos visto miles de viñetas que lo representan gráficamente, y sin embargo somos aún muy pocos los que lo creemos realmente.

Y, para mí, esto es por lo que la COP21 es tan importante. Aunque tardía, es una plataforma global que logra finalmente poner a los líderes gubernamentales a hablar de este tema de una manera distinta, que no implica una confrontación entre gran crecimiento y estancamiento, ni Occidente contra el resto del mundo. Los países en vías de desarrollo tienen ahora la oportunidad de superar a los países desarrollados con sus propias fuentes de energía. De la misma manera que una máquina de escribir no puede ser ya la solución al analfabetismo, las plantas de producción de combustibles fósiles no pueden constituir una solución para el subdesarrollo.

La idea errónea de que todavía no hemos encontrado una solución tecnológica apropiada nos ha llevado a una situación en la que lo que es políticamente factible no es ecológicamente viable, y lo que tiene sentido desde un punto de vista ecológico parece no tenerlo desde el político.

Esto no quiere decir que estemos en un punto muerto. De hecho, ya hemos conseguido acuerdos globales sobre las emisiones anteriormente. El descubrimiento de James Lovelock sobre las consecuencias para la capa de ozono de la quema de CFCs llevó a un descenso relativamente rápido de una industria global multimillonaria.

De momento todo apunta a que la COP21 de París se verá en retrospectiva como vemos ahora la COP15 de Copenhague. Sin embargo, sigue siendo el mejor escenario en el que ofrecer un nuevo relato para convencer a todos de que la tecnología eólica y solar son ya la mejor y más barata de las opciones disponibles. Hemos necesitado de un gran empuje para iniciar el cambio en nuestro uso de la energía, pero cada vez está más claro que, cuando las renovables tomen impulso, los gobiernos de todo el mundo empezarán a recuperar terreno y competir por este liderazgo tecnológico. En cuanto a los combustibles fósiles, la verdad cómoda será mantenerlos en el suelo.

#keepitintheground.

Notas

[0] La imagen es una ilustración de Joel Pett. Su uso en la presente web no tiene ningún propósito comercial.
[1] Feilim O’Connor trabaja en la Dirección General de Energía de la Comisión Europea. Graduado en Geografía, Planificación y Política Ambiental por la University College Dublin, posee además dos Masters: uno en Planificación Espacial Europea y Desarrollo Regional por el Blekinge Institute of Technology, y otro en Ciencia Política del Medioambiente por la Radboud Universiteit Nijmegen.
[2] “Si pudiéramos encontrar una manera de tomar, almacenar y distribuir energía de fuentes renovables, podríamos venderla a un precio más barato que el coste de la perforación y la minería de los combustibles fósiles.” https://www.youtube.com/watch?v=d1SLF6x5-oA

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